La palabra criptografía es de origen griego, y está formada por los vocablos criptos, que significa ocultar y grafo, que en español se traduce como escribir. Por tanto, cuando hablamos de criptografía nos referimos pues a la escritura oculta.
La criptografía nació hace miles de años, y su razón de ser la encontramos en la curiosidad humana, que ha provocado que a lo largo de la historia el ser humano se haya visto en la necesidad de proteger información privada para evitar que sea conocida por persona ajenas a la misma. Ello dió lugar al nacimiento de la criptografía.
Algunos estudiosos del tema consideran como ejemplo de los primeros sistemas de criptografía los jeroglíficos del Antiguo Egipto, que no pudieron ser descifrados hasta el descubrimiento de la Piedra Rosetta. También en la Biblia, y más concretamente en el Libro de Jeremías, se hace referencia a un sistema para cifrar mensajes, basado en la sustitución de letras.
Primeras criptografías
Sin embargo, según los expertos, el primer ejemplo de sistema criptográfico que encontramos revisando la historia se remonta al siglo V a.C. Se trata del conocido con el nombre de escítalo, y era usado por los espartanos. Consistía en un mensaje que únicamente podía ser descifrado cuando era enrollado en un bastón que tenía la misma longitud, y que sólo poseía el destinatario de dicho mensaje. Esta técnica es conocida también como “cifrado por transposición”.
En el siglo II a.C. el prestigioso historiador Polibio usa también la criptografía en muchos de sus escritos, en este caso utilizando el sistema de cambiar signos entre sí, que sería muy usado posteriormente. Y, en el siglo I a.C, Julio César se sirve del conocido como cifrado César, consistente en el conocido método de usar, en vez de la letra correcta, otra que ocupa en el abecedario algunas posiciones más avanzadas, y que ha sido muy utilizado también en épocas posteriores.
Para conocer la que es considerada como la primera obra de criptografía hay que esperar, sin embargo, hasta el siglo XV. Se trata de Liber Zifrorum, y su autor es Cicco Simoneta. Poco después, en el siglo XVI, León Battista Alberti, sacerdote y matemático entre otras facetas, escribe De Compendis Cifris, donde expone un sistema criptográfico en el que se usan varios idiomas a la vez.
Auge de la criptografía
A partir del siglo XVI el uso de la criptografía experimenta un importante auge, de manera especial en los ambientes diplomáticos, que se extiende a todos los ambientes en general, aunque sobre todo, a lo largo del siglo XVIII, a los que se encuentran relacionados con el poder.
En el año 1919 la criptografía entra en una nueva fase, ya que por primera vez se patenta una máquina criptográfica, creada por el holandés Alexander Koch y el alemán Arthur Scherbius. La máquina en cuestión recibe el nombre de “Enigma”, y es comercializada por primera vez al cabo de muy poco tiempo, en el año 1923, bajo el nombre de Enigma-A. Le siguieron tres nuevas versiones, Enigma-B, Enigma-C y Enigma-D, que tuvieron posteriormente gran importancia, durante la Segunda Guerra Mundial.
La criptografía entra en el dominio público
Puede afirmarse que, hasta la década de los 70 del pasado siglo XX, la criptografía era una técnica usada casi de manera exclusiva por los gobiernos. A partir de dicha época, sin embargo, se puede decir que la criptografía ha entrado de lleno en el dominio público.
Son varias las causas de ello, pudiendo destacar entre las mismas y posiblemente como las principales de ellas, la creación de un método de cifrado público, conocido con las siglas DES, y la invención de la criptografía asimétrica, un método que se caracteriza por usar dos claves para el envío de mensajes, una de ellas pública y que puede ser revelada a cualquier persona, y la otra privada y a la cual sólo tiene acceso el propietario.