Los castrati eran cantantes que alcanzaron un gran auge en la época barroca, es decir, entre los siglos XVI y XVIII. No es en absoluto exagerado afirmar que el éxito que obtuvieron estos intérpretes en tal época puede ser comparado al que disfrutan hoy en día las más importantes estrellas de la canción. Sin embargo, no hay ninguna duda de que la historia de estos hombres es triste, e incluso siniestra.
Lo que diferenciaba a los castrati del resto de cantantes era que los primeros cantaban con voz de mujer, es decir, con una tonalidad de voz muy aguda. Podrían ser equiparados a los contratenores actuales si no fuera por la gran diferencia entre ellos.
La diferencia reside en que los contratenores que hoy conocemos consiguen su peculiar voz con una técnica consistente en utilizar solamente una parte de las cuerdas vocales, o, lo que es lo mismo, de una manera natural. Los castrati, en cambio, la conseguían sometiéndose a una operación quirúrgica que, como podemos deducir por el nombre que recibían, consistía en la amputación de los testículos.
Se calcula que en la época eran castrados cada año unos 4.000 niños. El auge que experimentó la ópera italiana durante el siglo XVII hizo que muchas familias humildes sometieran a sus hijos a esta salvaje intervención pensando que con ello le garantizaban el sustento.
Origen de los castrati
El origen de los castrati, es decir, la idea de crearlos, apareció durante el siglo XVI en Roma. El detonante fue la prohibición por parte del Papa de que las mujeres cantaran, tanto en los escenarios como en la iglesia.
Hemos de tener aquí en cuenta que, puesto que con esta operación se pretendía que el sujeto no pudiese producir hormonas masculinas, con el objetivo de evitar el cambio de voz que se produce durante la adolescencia, la intervención debía ser llevada a cabo entre los 8 y los 12 años de edad.
Consecuencias de la intervención quirúrjuca
El resultado de esta intervención, conocida con el nombre de orquiectomía, era una voz muy admirada por el público de aquella época. Una voz que mezclaba tonalidades masculinas y femeninas, y que permitía al cantante la capacidad de emitir tanto unos exagerados agudos, propios de una voz de mujer, como al mismo tiempo notas con una gran potencia propias de una voz de hombre.
Hay que aclarar también que la intervención no consistía en la extirpación de todo el aparato genital, por lo que algunos castrati, y de manera especial los que habían sido intervenidos después de los 10 años de edad, conseguían de hecho desarrollar un pene en su época adulta.
En realidad, una intervención quirúrgica de este tipo jamás ha estado permitida, pero se llevaban a cabo de todas maneras, y se disimulaban o enmascaraban, generalmente alegando que el sujeto había padecido una enfermedad o sufrido un accidente.
Desaparición de los castrati
Durante el siglo XVIII, debido a diversos factores, entre ellos el fin del barroco o la vuelta de las mujeres a la escena musical, los castrati fueron desapareciendo, siendo cada vez menos frecuentes encima de los escenarios.
En los coros eclesiásticos, sin embargo, siguieron participando hasta prácticamente la llegada del siglo XIX. De hecho, el último castrati conocido fue Alesandro Moreschi, solista del coro del Vaticano hasta el año 1898, en que fue nombrado director del mismo, combinando a partir de este momento, y hasta el año 1913, el canto con la dirección. Falleció en el año 1922.
Algunos castrati famosos
Entre los castrati más famosos de la historia podemos citar algunos nombres como Nicolo Grimaldi, Baldassare Ferri, Francesco Bernardi, Carlo Broschi, Antonio María Bernacchi, Gasparo Pacchiarotti, Domenico Salvatori o Luigi Marchesi.